Domingo Veintitrés Durante El Año Ciclo A

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Muchos de nosotros ya hemos vuelto de las vacaciones. ¡Demos gracias a Dios! Empecemos de nuevo el curso con alegría y con ganas de trabajar.

En la parroquia, estos días, se está programando todo el curso en sus diversos movimientos: la catequesis, el equipo de matrimonios, los grupos de oración, la adoración nocturna, los jóvenes, la catequesis de adultos, vida creciente, etc.

Una de las preguntas que podemos plantearnos es la siguiente: ¿cuál puede ser nuestra participación en la Comunidad Parroquial?

¿Qué Entendemos Por Parroquia?

La parroquia, según el Derecho Canónico, es: Una determinada comunidad de fieles, constituida de una manera estable en la Iglesia particular. La cura pastoral de la cual, bajo la autoridad del obispo diocesano, es encomendada a un párroco, como pastor propio" (Canon 515).

 

La Parroquia No Es:

No es un servicio como el de una estación de gasolina, que cuando hace falta gasolina, uno para el coche y llena el depósito, sin preocuparte de más, ni de la persona que va detrás de ti.

Tampoco es un hotel, donde se puede ir a comer alguna vez con la familia, y después te marchas sin decir ni las buenas noches a las personas que han estado a tu lado.

La parroquia es una comunidad de personas con la misma fe; aman a Jesucristo y se esfuerzan por amar los hermanos como quiere el Señor, que dijo: Esto os mando, que os améis los unos a los otros (Jn 15,17).

La parroquia es una comunidad de fe y amor. Hemos recibido la fe para cultivarla constantemente, por ejemplo, con la catequesis, y para celebrarla en la comunidad, en el culto, y para transformar el mundo con la fuerza del Espíritu Santo. Misión: el cristiano es una persona enviada para proclamar el mensaje de Jesús.

Si no entendemos que ser cristiano es formar parte de una comunidad, no hemos entendido el cristianismo.

Jesucristo quiso que los cristianos formáramos el pueblo de Dios, y no una religión individualista, que sólo se comunica con Dios, sin tener en cuenta a los hermanos.

Podríamos subrayar dos características que todo cristiano ha de tener en la comunidad cristiana.

Sentirse pequeño. Con otras palabras, ser humildes de verdad. Una persona orgullosa no puede formar parte de una comunidad. La Virgen María dice: Dispersó a los de corazón soberbio, derribó de sus tronos a los poderosos (Lc 2,51-52).

 ü      No importa la edad, la raza, la lengua, el carácter de las personas, etc. Muchas veces, la edad nos separa, y no hablemos de la lengua y del carácter. El prototipo de fraternidad es fundamental en el cristianismo. Orad, hermanos, para que este sacrificio, mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderosos.

Este prototipo de fraternidad nos lleva a corregir a nuestro hermano cuando se aparta del camino de Dios en materia grave, como veremos después, en el supuesto de lo que expone san Pablo.

Corregir al hermano no es fácil, nos cuesta. A menudo nos resulta más fácil no decir nada ante las injusticias y el mal.

Pensamos que es mejor no complicarse la vida para no crear situaciones de tirantez. Jesús nos dice que, si amo al hermano, tengo que buscar siempre su bien, y que, si me doy cuenta que hace el mal y se equivoca de camino, se lo he de decir, para que pueda cambiar su manera de actuar.

Jesús nos da unos consejos muy prácticos. En primer lugar, dice que se le hable a solas. Esto quiere decir que no calles. Muchos padres, esposos y otras personas adoptan el sistema de callar. No hay nada que hacer. Santa Mónica no cesó, con su ejemplo, con sus palabras, y sobre todo, con su oración, hasta que tuvo el gozo de ver convertido a su hijo Agustín.

La corrección fraterna es tan importante que, si tú no puedes, o no eres capaz de convencer a tu hermano, tienes que buscar la ayuda de otros y en la comunidad, pero no lo has de dejar.

Jesús dice: Si tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo uno o dos, para que cualquier asunto se resuelva en presencia de dos o tres testigos, si no les hace caso, díselo a la comunidad (Mt 18,15).

Primero, dialogar con él; segundo, hazte ayudar; tercero, dilo a la comunidad reunida. Esto sí que es pedagógico. No se corrige reprochando sus defectos, sino amonestándolo con amabilidad y amor. Si lo amas, fácilmente encontrarás las palabras adecuadas para corregir a tu hermano sin molestarle.

Jesús presupone que formas parte de una comunidad, donde todos os conocéis y os ayudáis. Una comunidad llena de fe y amor. Por desgracia, nuestras comunidades están muy lejos del ideal que nos propone Cristo. Nos hace falta conocernos y amarnos. Para que sean más fraternas, abiertas y acogedoras.

Jesús continúa diciendo: Y si tampoco hace caso a la comunidad, considéralos como un pagano o un publicano (Mt 18,17).

Pitágoras decía: Si tienes un amigo que te corrige, dale las gracias; si no, paga a un enemigo que te lo haga.

El Caso Del Incestuoso En San Pablo

Exposición del hecho. Hay en Corinto un cristiano que vive incestuosamente con su madrastra. Los corintios, que estaban orgullosos de su sabiduría y de su condición religiosa, han tolerado con indiferencia este pecado de escándalo, tan vergonzoso. San Pablo reprueba la actitud de aquel y la indiferencia de estos, más escandalosa todavía.

Hace lo que no hicieron los corintios. Con autoridad y severidad pronuncia la sentencia contra el culpable, sin olvidarse de la posibilidad de conversión.

Escuchemos a san Pablo: Es cosa pública entre vosotros un caso de lujuria de tal gravedad que ni siquiera entre los no cristianos suele darse, pues uno de vosotros vive con su madrastra como si fuera su mujer. Y vosotros estáis tan orgullosos, cuando deberíais vestir luto y excluir de entre vosotros al que ha cometido tal acción. Pues yo, por mi parte, aunque estoy corporalmente ausente, me siento presente en espíritu, y, como tal, he juzgado ya al que así se comporta. Reunido en espíritu con vosotros, en nombre y con el poder de nuestro Señor Jesucristo, he decidido entregar ese individuo a Satanás, para ver si, destruida su condición pecadora él se salva el día en que el Señor se manifieste (1Co 5,1-5).

Ante el ejemplo de san Pablo, no tienen razón los cristianos que se escandalizan cuando el papa manda, por ejemplo, a un teólogo que deje de enseñar en una universidad católica, o cuando un obispo le priva de las licencias ministeriales a un sacerdote por un escándalo.

Ante el evangelio de hoy encontramos tres sentencias del Señor:

 

 

 

Última característica, la oración comunitaria: Jesús nos dice que no basta con nuestra comunicación personal con Dios; se requiere además nuestra comunicación comunitaria.

Por esto, la Iglesia invita a todos los cristianos a que asistan a la santa misa los domingos y las fiestas, porque la misa es la oración comunitaria por excelencia.

Jesús está presente en nuestro sacrificio, cuando nos reunimos para cantar sus alabanzas, ofrecer al Padre el Cuerpo y la Sangre del Cristo y participar del Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Comunión.

Pidamos al Espíritu Santo que ponga en nuestros labios palabras de amabilidad y amor cuando hablemos con el hermano que queremos corregir, y que nuestra plegaria le sea agradable.

Por hoy nada más.

¡Que Paséis Un Buen Domingo! *